19. Llamo al cielo y a la tierra para que registren este día en su contra. Aunque el verbo está en tiempo pasado, indica un acto presente. Es para tratar con ellos con mayor urgencia que él llama al cielo y a la tierra para presenciar la venganza de Dios. En estas palabras, no se dirige a los hombres y los ángeles, como algunos lo explican mansamente, sino que, en amplificación, atribuye sentido a las cosas inanimadas. Paso esto brevemente porque (288) lo he tratado más completamente antes; como también lo que sigue poco después sobre la vida y la muerte. Porque la Ley, en lo que respecta a su doctrina, contiene en ella vida y muerte; porque la recompensa de la vida eterna no se promete en vano; pero como nadie es encontrado digno de la recompensa prometida, Pablo justamente enseña que la Ley ministra la muerte. Aún así, esto es accidental, y no procede de ningún defecto en la doctrina, sino de la corrupción de los hombres. Sin embargo, se pregunta cómo, si la corrupción de nuestra naturaleza hace que la Ley engendre nada más que la muerte, ¿Moisés nos ordena "elegir la vida", que el pecador no puede alcanzar con ella? Desde allí los papistas levantan sus crestas, tanto para exaltar el libre albedrío como para presumir de méritos; como si Moisés tampoco testificara y proclamara la misericordia gratuita de Dios, y dirigiera a sus discípulos a Cristo para buscar la salvación de Él. Cuando, por lo tanto, habla de guardar los Mandamientos, no excluye la doble gracia de Cristo, que los creyentes, siendo regenerados por el Espíritu, (289) debe aspirar a la obediencia a la justicia, y al mismo tiempo debe reconciliarse libremente con Dios a través del perdón de sus pecados. Y seguramente, dado que el mismo pacto es común para nosotros y para los pueblos antiguos, no se debe dudar, sino que ellos "eligieron la vida", quienes abrazaron la doctrina de Moisés. Al mismo tiempo, en la medida en que su legación era diferente del Evangelio, más bien insiste en el oficio que le fue confiado de manera peculiar, para que la distinción entre Cristo y él mismo pudiera aparecer más claramente. Esta es la razón por la cual toca con más moderación la justificación por la fe, mientras se amplía por completo al amar y servir a Dios y cumplir Sus Mandamientos.

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