A los cielos y a la tierra llamo por testigos de este día contra ti, [que] he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan;

(o) Es decir, amar y obedecer a Dios; lo cual no está en el poder del hombre, sino que solo el Espíritu de Dios obra en sus elegidos.

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