25. Y Moisés dijo. Moisés no menos repudia severamente todas las excepciones, como si él autoritariamente exigiera al rey lo que Dios había ordenado. Y seguramente, con esta austera (128) y su manera abrupta de hablar, demostró su coraje, por lo que podría humillar la arrogancia y la audacia del rey impío. Su pretexto era, en efecto, que necesitaban víctimas, y así evita el mayor disgusto del tirano; pero, al mismo tiempo, al excluir directamente todas las condiciones y al no dejar ni un pelo en el poder del rey, afirma el derecho indivisible de Dios solo; para que Faraón sepa que todas sus evasiones no le beneficiarán nada. La expresión "no se dejará un casco", contiene una severa reprensión, acompañada de ira y desprecio; como si quisiera despertar a propósito (129) la mente virulenta del tirano. Pero ya dijimos que no había disimulo en estas palabras: porque, aunque el hombre santo sabía que el consejo de Dios tenía otro objeto, todavía pensaba que era suficiente entregar los mandamientos que le fueron prescritos; ni lo haría: sería correcto suponer que Dios tiene la obligación de hacer que los impíos conozcan todos sus propósitos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad