3. Y sus dos hijos. Se observó en su lugar apropiado, cuán distinguida prueba no solo de fe, sino de magnanimidad y firmeza que Moisés había manifestado al dar estos nombres a sus hijos. Porque no podemos dudar, pero que él trajo consigo la mala voluntad de sus conexiones, como si despreciara el país de su esposa, al llamarla (Gershom) "una tierra extraña"; y el nombre de su hijo gritaba continuamente que, aunque habitaba en Madián, era un extraterrestre en su corazón y, aunque permaneció un tiempo, buscaría otra habitación. De donde también podemos conjeturar que los llevó con él a Egipto, en lugar de desterrar de él estas dos promesas de su piedad a causa de la ira repentina y los reproches de su esposa; ya que por sus nombres se le recordaba diariamente que el pacto de Dios debía ser, preferido a todas las ventajas terrenales.

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