4. Y Moisés (308) escribió todas las palabras del Señor. Este paréntesis se inserta oportunamente; porque veremos un poco más adelante que el libro fue leído ante la gente; pero, para despertar una mayor atención, antes de la lectura construyó un altar y ofreció víctimas a la vista de todas las personas. Además, debe observarse que las estatuas (309) fueron erigidas cerca del altar según el número de tribus, para que supieran que no estaban lejos en señal de rechazo, pero solo eso, conscientes de su propia indignidad, podrían humillarse ante Dios con temor y temblor; porque, aunque fueron llevados a una distancia considerable, aún así fueron recordados ante Dios, y así Él los abrazó a todos, por así decirlo, por medio de estas estatuas. Lo que Moisés, sin embargo, llama con este nombre, no eran imágenes con la forma de un hombre, sino montones de piedras, que podrían ser como monumentos que representan a las doce tribus; para que supieran que de ninguna manera fueron excluidos de la santidad del altar.

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