5. Y el Señor habló a Moisés, di a Aarón. Es cuestionable si Dios ordenó a Moisés en un discurso continuo, o si esperó hasta que Faraón despreciaba contumamente su mandato. Es probable, de hecho, que después de que Faraón no hubiera prestado atención a las amenazas, se ordenó la ejecución del castigo. Mientras tanto, debemos recordar lo que dije antes, que Moisés ni siquiera movió un dedo; pero, como se le había ordenado, transfirió las medidas activas a su ministro inferior, para que así el Faraón pudiera ser tratado con más desprecio. Fue así que él dominó toda la tierra, por así decirlo, por un soplo. Pero aunque de esta manera Dios derribó al tirano feroz en su orgullo hinchado para ser pisoteado bajo sus pies, aún la maldad de los magos no descansaba. Por lo tanto, era requisito que los siervos de Dios fueran ejercitados por contiendas constantes uno tras otro.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad