17. Dios escuchó la voz del muchacho. Moisés había dicho antes que Agar lloraba; ¿cómo es entonces que, desatendiendo sus lágrimas, Dios solo escucha la voz del muchacho? Si decimos que la madre no merecía recibir una respuesta favorable a sus oraciones, su hijo, ciertamente, no era en absoluto más digno. En cuanto a la suposición de algunos de que ambos se arrepintieron por este castigo, es solo una conjetura incierta. Dejo su arrepentimiento, del cual no veo señal, al juicio de Dios. El llanto del niño fue escuchado, según lo entiendo, no porque hubiera orado con fe; sino porque Dios, recordando su propia promesa, estaba inclinado a compadecerse de ellos. Porque Moisés no dice que sus votos y suspiros se dirigieran al cielo; es más creíble que, al lamentar sus miserias, no recurrieron a la ayuda divina. Pero Dios, al ayudarles, tuvo consideración, no por lo que le pedían, sino por lo que había prometido a Abraham con respecto a Ismael. En este sentido, Moisés parece decir que se escuchó la voz del muchacho; es decir, porque era el hijo de Abraham.

¿Qué te pasa, Agar? (437) El ángel reprime la ingratitud de Agar; porque, cuando se vio reducida a la mayor angustia, no reflexionó sobre la bondad pasada de Dios hacia ella, en peligros similares; de modo que, como alguien que lo había encontrado como libertador, pudiera volver a confiar en su fidelidad. Sin embargo, el ángel le asegura que hay un remedio preparado para sus aflicciones si solo lo busca. Por lo tanto, en la cláusula, "¿Qué te pasa?", hay un reproche por haberse atormentado en vano con lamentaciones confusas. Cuando después dice, "No temas", la invita y exhorta a esperar misericordia. Pero podríamos preguntar, ¿cuál es el significado de la expresión que agrega, "donde está?"? Puede parecer que hay una antítesis implícita entre el lugar donde ahora estaba y la casa de Abraham; de modo que Agar pudiera concluir que, aunque estaba vagando por el desierto como un desterrado del santuario de Dios, no estaba completamente abandonada por Dios; ya que lo tenía como líder en su destierro. O bien, la frase es enfática; implicando que, aunque el niño está arrojado a la soledad y considerado como abandonado, sin embargo, tiene a Dios cerca de él. Y así, el ángel, para aliviar la desesperación de la ansiosa madre, le ordena que regrese al lugar donde había dejado a su hijo. Porque (como es común en circunstancias desesperadas), ella se había quedado atónita por el dolor y habría permanecido como si estuviera muerta, a menos que hubiera sido despertada por la voz del ángel. Percibimos, además, en este ejemplo, cuán verdadero es que cuando padre y madre nos abandonan, el Señor nos recoge. ​​​​​​​

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