27. Cumple su semana. Labán ahora se ha vuelto insensible en su maldad, ya que extorsiona otros siete años a su sobrino para permitirle casarse con su otra hija. Si hubiera tenido diez hijas más, habría estado dispuesto a disponer de todas ellas de esta manera: sí, por propia voluntad, impone a su hija como objeto de comercio, sin importarle la vergüenza de esta venta ilícita, con tal de que le reporte ganancias. En esto verdaderamente peca gravemente, no solo al involucrar a su sobrino en la poligamia, sino al contaminar tanto a él como a sus propias hijas mediante matrimonios incestuosos. Si de alguna manera una esposa no es amada por su esposo, es mejor repudiarla que retenerla como prisionera y consumirla con tristeza al introducir a una segunda esposa. Por lo tanto, el Señor, a través de Malaquías, declara que el divorcio es más tolerable que la poligamia. (Malaquías 2:14.) Labán, cegado por la avaricia, coloca a sus hijas juntas de tal manera que pasen toda su vida en mutua hostilidad. También pervierte todas las leyes de la naturaleza al unir a dos hermanas en una misma cama matrimonial, (67) para que una sea la competidora de la otra. Dado que Moisés expone estos crímenes ante los israelitas en el mismo comienzo de su historia, no les corresponde enorgullecerse por su nobleza y jactarse de descender de padres santos. Por excelente que fuera Jacob, no tuvo descendencia sino la que surgió de una fuente impura; ya que, en contra de la naturaleza, se mezclan dos hermanas en una cama, (68) al modo de las bestias; y posteriormente se añaden al conjunto dos concubinas. Hemos visto, ciertamente, anteriormente, que esta licencia era demasiado común entre las naciones orientales; pero no era permisible que los hombres, a su antojo, subvirtieran, mediante una costumbre depravada, la ley del matrimonio divinamente sancionada desde el principio. Por lo tanto, Labán es, de todas formas, inexcusable. Y aunque la necesidad pueda, en cierto grado, excusar la falta de Jacob, no puede absolverlo por completo de culpa. Pues podría haber despedido a Lea, porque no había sido su esposa legítima: ya que el consentimiento mutuo del hombre y la mujer, respecto al cual no es posible el error, constituye el matrimonio. Pero Jacob la retiene a regañadientes como su esposa, de quien estaba liberado y libre, y así duplica su falta con la poligamia, y la triplica con un matrimonio incestuoso. Así vemos que el amor desmedido por Raquel, que una vez se había despertado en su mente, se inflamó hasta tal punto que no poseía ni moderación ni juicio. En cuanto a las palabras utilizadas, los intérpretes les atribuyen diferentes significados. Algunos se refieren al pronombre demostrativo en relación a la semana; (69) otros a Lea, como si se dijera que no tendría a Raquel hasta que hubiera vivido con su hermana una semana. Pero yo lo interpreto más en relación a Raquel, que debería adquirir un matrimonio con ella mediante otros siete años de servicio; no porque Labán aplazara las nupcias hasta ese momento, sino porque Jacob se vio obligado a comprometerse en una nueva servidumbre.

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