25. Y dijo a Labán. Jacob cuestiona con razón el fraude que se le practicó. Y la respuesta de Labán, aunque no carece de un pretexto, no constituye una excusa para el fraude. No era costumbre dar en matrimonio a las hijas menores antes que a las mayores, y hubiera sido injusto perturbar este orden establecido, ya que se habría hecho una injusticia a la primogénita. Sin embargo, no debería haber desposado astutamente a Raquel con Jacob y luego haberla substituido por Lea. En lugar de eso, debería haber advertido a Jacob mismo, a tiempo, para que dirigiera su atención a Lea o se abstuviera de casarse con alguna de ellas. Pero podemos aprender de esto que los hombres malvados y engañosos, una vez que se desvían de la verdad, no cesan de transgredir; al mismo tiempo, siempre presentan algún pretexto para liberarse de la culpa. Antes había actuado injustamente hacia su sobrino al exigirle siete años de trabajo por su hija; también había puesto injustamente a su hija en venta, sin dote, por ganancia; pero el acto más indigno de todos fue privar perfidamente a su sobrino de su prometida, pervertir las sagradas leyes del matrimonio y no dejar nada seguro o intacto. Aun así, lo vemos pretendiendo que tiene una defensa honorable por su comportamiento, porque no era costumbre en el país preferir a la hermana menor sobre la mayor.

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