4. Mis hermanos, ¿de dónde son? La gran franqueza de esa época aparece en esta forma de reunirse; porque, aunque el nombre fraterno es maltratado a menudo por hombres deshonestos y malvados, todavía no se puede dudar de que la relación amistosa se cultivó más fielmente de lo que es ahora. Esta fue la razón por la cual Jacob saluda a los hombres desconocidos como hermanos, sin duda según la costumbre recibida. La frugalidad también es evidente, ya que Rachel a Hermanos míos, ¿de dónde sois? La gran franqueza de esa época se refleja en esta forma de encontrarse; porque, aunque el nombre fraternal a menudo es mal utilizado por personas deshonestas y malvadas, no cabe duda de que el trato amistoso se cultivaba entonces con más fidelidad que en la actualidad. Esta fue la razón por la cual Jacob saluda a hombres desconocidos como hermanos, sin duda siguiendo la costumbre establecida. También se percibe la frugalidad en que a veces Raquel presta atención al rebaño; pues, dado que Labán tiene abundancia de siervos, ¿cómo es que emplea a su propia hija en un servicio vil y sórdido, a menos que se considerara vergonzoso educar a los hijos en la ociosidad, la blandura y la indulgencia? Mientras que, por el contrario, en la actualidad, dado que la ambición, el orgullo y la refinación han vuelto a las costumbres más afeminadas, el cuidado de los asuntos domésticos se desprecia tanto que las mujeres, en su mayoría, se avergüenzan de su función adecuada. Se derivó de esa misma pureza de costumbres que se mencionó, que Jacob se atrevió a besar a su prima sin ceremonias; pues se permitía mucha más libertad en su forma casta y modesta de vivir. (63) En nuestros tiempos, la impureza y las pasiones incontrolables son la causa por la cual no solo se sospechan los besos, sino que incluso las miradas son temidas; y no injustamente, ya que el mundo está lleno de todo tipo de corrupción, y prevalece tal perfidia que el trato entre hombres y mujeres rara vez se lleva a cabo con modestia: (64) por lo tanto, esa antigua simplicidad debería hacernos lamentar profundamente; para que esta vil corrupción en la que ha caído el mundo nos resulte desagradable y la contagión no nos afecte a nosotros y a nuestras familias. Sin embargo, el orden de los acontecimientos está invertido en la narración de Moisés; pues Jacob no besó a Raquel hasta que le informó que era su pariente. De ahí también su llanto; porque, en parte por la alegría, en parte por el recuerdo de la casa de su padre y por el afecto natural, rompió en lágrimas.

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