13. Y él contó a Labán todas estas cosas. Dado que Labán había visto previamente a uno de los siervos de Abraham lleno de grandes riquezas, una opinión desfavorable sobre su sobrino podría haber entrado instantáneamente en su mente: por lo tanto, era necesario que el santo Jacob explicara las causas de su propia partida y la razón por la cual había sido enviado tan despreciativamente vestido. También es probable que su madre lo hubiera instruido sobre las señales y marcas con las que podría convencerlos de su parentesco: por lo tanto, Labán exclama: "Seguramente tú eres hueso de mis huesos y carne de mi carne", insinuando que estaba completamente satisfecho y que fue inducido por señales indudables a reconocer a Jacob como su sobrino. Este conocimiento lo inclina a la humanidad; pues el sentido de la naturaleza dicta que aquellos que están unidos por lazos de sangre deben esforzarse por ayudarse mutuamente. Pero aunque el vínculo entre parientes es más estrecho, nuestra amabilidad debe extenderse más ampliamente, de modo que se difunda por toda la raza humana. Sin embargo, si todos los hijos de Adán están así unidos, esa relación espiritual que Dios produce entre los fieles, y que es el lazo de benevolencia mutua más sagrado, debería ser mucho más efectiva.

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