22. Y Dios se acordó de Raquel. Dado que para Dios nada es ni antes ni después, sino que todo está presente, no está sujeto a olvidos, de modo que en el transcurso del tiempo necesite que se le recuerde lo pasado. Pero la Escritura describe la presencia y la memoria de Dios a partir del efecto que produce en nosotros, porque lo concebimos tal como parece ser por sus actos. Además, no se puede determinar con certeza a partir de las palabras de Moisés si el hijo de Raquel fue el último en nacer. Aquellos que afirman que en este lugar se utiliza la figura hysteron proteron, que pone lo último primero, se mueven por la consideración de que si José hubiera nacido después que el último de sus hermanos, la edad que Moisés registra en Génesis 41:46, no coincidiría con el hecho. Pero se equivocan en esto, porque cuentan los desposorios de Raquel desde el final de los segundos siete años; cuando está probado con certeza por el contexto que aunque Jacob acordó dar su servicio por Raquel, la obtuvo inmediatamente; porque desde el principio surgió la contienda entre las dos hermanas. Moisés indica claramente en este lugar que la bendición de Dios fue otorgada tarde, cuando Raquel ya había perdido la esperanza de tener descendencia y había sido objeto de reproche durante mucho tiempo debido a su esterilidad. Por este próspero presagio, dio el nombre de José (82) a su hijo, extrayendo la esperanza de dos hijos de la perspectiva de uno (83).

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad