25. Envíame lejos, para que pueda partir. Dado que Jacob había sido retenido por una recompensa propuesta por sus servicios, podría parecer que actuaba astutamente al desear su liberación de su suegro. Sin embargo, no puedo dudar de que el deseo de regresar ya había cruzado su mente y que había expresado sinceramente su intención. Primero; habiendo experimentado de muchas formas cuán injusto, perfido e incluso cruel había sido Labán, no es de extrañar que deseara apartarse de él en cuanto tuviera la oportunidad. En segundo lugar; dado que, debido al largo período de tiempo transcurrido, esperaba que la mente de su hermano se aplacara, no podía sino desear fervientemente regresar a sus padres; especialmente porque había sido oprimido por tantas dificultades que apenas podía temer una condición peor en cualquier otro lugar. Pero la promesa de Dios fue el estímulo más poderoso de todos para excitar su deseo de regresar. Porque no había rechazado la bendición que le era más querida que su propia vida. Su declaración se refiere a este punto, "Iré a mi lugar y a mi país"; porque no usa este lenguaje respecto a Canaán solo porque allí había nacido, sino porque sabía que le había sido otorgado divinamente. Si hubiera dicho que deseaba regresar solo porque era su tierra natal, podría haber sido objeto de burla; ya que su padre había llevado una vida errante e inestable, cambiando constantemente de residencia. Por lo tanto, concluyo que aunque podría haber vivido cómodamente en otro lugar, el oráculo de Dios, por el cual la tierra de Canaán le había sido destinada, estaba siempre fresco en su memoria. Y aunque, por un tiempo, se sometió a la detención, esto no cambió su propósito de partir: porque la necesidad, en parte, lo forzó, ya que no podía liberarse de las trampas de su tío; en parte también, cedió voluntariamente, para adquirir algo para él y su familia, no fuera a regresar pobre y desnudo a su propio país. Pero aquí se revela la locura perversa de Labán. Después de haber agotado a su sobrino y yerno con el arduo y constante trabajo durante catorce años, no le ofrece salario para el futuro. La equidad, de la que al principio hacía tanta pretensión, ya había desaparecido. Cuanto mayor había sido la paciencia de Jacob, más tiránico se había vuelto Labán sobre él. Así es como el mundo abusa de la gentileza de los piadosos; y cuánto más se conducen mansamente, más ferocemente los ataca el mundo. Pero aunque, como ovejas, estamos expuestos, en este mundo, a la violencia y agravios de los lobos; no debemos temer que nos hagan daño o nos devoren, ya que el Pastor Celestial nos mantiene bajo su protección.

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