43. Estas hijas son mis hijas. Labán comienza ahora a hablar de una manera muy diferente a antes: ve que ya no tiene motivos para seguir en conflicto. Convencido de esto, entierra toda contienda y se desliza hacia un discurso apacible y amistoso. "¿Por qué", pregunta, "debería estar en contra de ti, cuando todas las cosas entre nosotros son comunes? ¿Debo encolerizarme contra mis propias entrañas? Porque tanto tus esposas como tus hijos son de mi propia sangre; por lo tanto, debería sentir hacia ustedes como si fueran parte de mí mismo" (99). Ahora responde como un hombre honorable. Entonces, ¿de dónde ha surgido tan repentinamente esta humanidad en el pecho de quien antes había sido arrastrado, sin respeto alguno por lo correcto o lo incorrecto, para arruinar a Jacob? A menos que fuera porque sabía que Jacob había actuado hacia él con fidelidad y que se vio finalmente obligado por la necesidad a adoptar el plan de partir furtivamente. Y esto fue una indicación de que no estaba completamente desesperado. Podemos encontrar muchas personas con una impudencia tan abandonada, que aunque sean vencidas y silenciadas por argumentos, no dejan de precipitarse en una rebelión insensata. De este pasaje inferimos que aunque la avaricia y otras aflicciones pecaminosas quiten el juicio y la cordura; aún queda un conocimiento de la verdad grabado en las almas de los hombres, que al ser despertado emite destellos, para evitar el triunfo universal de la depravación. Si alguien hubiera dicho antes: "¿Qué haces, Labán? ¿Qué brutalidad es esta al encolerizarte contra tus propias entrañas?", la reprimenda no habría sido escuchada, porque ardía en furia obstinada. Pero ahora él mismo se sugiere esto voluntariamente y proclama lo que habría sido reacio a escuchar de otro. Parece entonces que la luz de la justicia que ahora se manifiesta había sido sofocada en su mente. En resumen, es solo el amor propio el que nos ciega; porque todos juzgamos correctamente cuando no se trata de intereses personales. Sin embargo, si sucede que estamos en perplejidad por un tiempo, debemos buscar obedecer las indicaciones de la razón y la justicia. Pero si alguien se endurece en la maldad, el conocimiento interior y oculto del que he hablado seguirá grabado en su mente y será suficiente para su condenación.

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