31. Y cojeaba de su cadera. Es probable, y se puede inferir incluso de las palabras de Moisés, que esta cojera no fue acompañada de dolor, para que el milagro fuera más evidente. Porque Dios, en la carne de su siervo, ha presentado un espectáculo a todas las edades, del cual los fieles pueden percibir que nadie es un combatiente tan poderoso como para no llevarse alguna herida después de un conflicto espiritual, ya que la debilidad siempre se adhiere a todos, para que nadie se complazca demasiado en sí mismo. En cuanto a que Moisés relata que los judíos se abstuvieron del nervio encogido, o esa parte del muslo en la que se encontraba: esto no se hizo por superstición. (111) Pues esa era, como sabemos, la infancia de la Iglesia en esa época; por lo tanto, el Señor mantuvo a los fieles que vivían entonces bajo la enseñanza del pedagogo. Y ahora, aunque desde la venida de Cristo nuestra condición es más libre, la memoria del hecho debe ser mantenida entre nosotros, para que recordemos que Dios disciplinaba a su pueblo de antaño mediante ceremonias externas.

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