20. Jabal; él era el padre de los que habitan en tiendas de campaña. Moisés ahora relata que, con los males que procedieron de la familia de Caín, algo bueno había sido mezclado. Para la invención de las artes, y de otras cosas que sirven para el uso común y la conveniencia de la vida, es un don de Dios que no debe ser despreciado, y una facultad digna de elogio. Es realmente maravilloso, que esta raza, que había caído más profundamente en la integridad, debería haber superado al resto de la posteridad de Adán en dotaciones raras. (251) Sin embargo, entiendo que Moisés ha hablado expresamente sobre estas artes, como inventado en la familia de Caín, con el fin de demostrar que él no estaba tan maldecido por el Señor sino que aún esparciría algunos regalos excelentes entre su posteridad; porque es probable que, mientras tanto, el genio de los demás no estuviera inactivo; pero que había, entre los hijos de Adán, hombres trabajadores y hábiles, que ejercieron su diligencia en la invención y el cultivo de las artes. Moisés, sin embargo, celebra expresamente la bendición restante de Dios sobre esa raza, que de lo contrario se habría considerado vacía y estéril de todo bien.

Háganos saber, entonces, que los hijos de Caín, aunque privados del Espíritu de regeneración, todavía estaban dotados de dones de ningún tipo despreciable; así como la experiencia de todas las edades nos enseña cuán ampliamente los rayos de luz divina han brillado en las naciones incrédulas, en beneficio de la vida presente; y vemos, en la actualidad, que los excelentes dones del Espíritu se difunden a través de toda la raza humana. Además, las artes y ciencias liberales nos han descendido de los paganos. De hecho, estamos obligados a reconocer que hemos recibido de ellos la astronomía y las otras partes de filosofía, medicinas y el orden del gobierno civil. Tampoco hay que dudar de que Dios los ha enriquecido liberalmente con excelentes favores para que su impiedad tenga menos excusas. Pero, aunque admiramos las riquezas de su favor que les ha otorgado, aún valoremos mucho más esa gracia de regeneración con la que santifica peculiarmente a sus elegidos para sí mismo.

Ahora, aunque la invención del arpa, y de instrumentos musicales similares, puede ministrar a nuestro gusto, más que a nuestra necesidad, todavía no debe considerarse del todo superfluo; mucho menos merece, en sí mismo, ser condenado. El placer debe ser condenado, a menos que se combine con el temor de Dios y con el beneficio común de la sociedad humana. Pero tal es la naturaleza de la música, que puede adaptarse a los oficios de la religión y ser rentable para los hombres; si tan solo estuviera libre de atracciones viciosas, y de esa tonta delicia, por la cual seduce a los hombres de mejores empleos, y los ocupa en vanidad. Si, sin embargo, permitimos la invención del arpa sin elogios, es bien sabido hasta qué punto y en qué medida se extiende la utilidad del arte del carpintero. Finalmente, Moisés, en mi opinión, tiene la intención de enseñar que esa raza floreció en dotaciones diversas y preeminentes, lo que la haría inexcusable y demostraría los testimonios más evidentes de la bondad divina. El nombre de "el padre de los que habitan en tiendas de campaña" se le da al que fue el primer inventor de esa conveniencia, que otros imitaron después.

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