28. ¿Qué es esto que Dios nos ha hecho? No se manifiestan con Dios, como si pensaran que este peligro les había sobrevenido sin causa: pero, al percibir que Dios estaba enojado con ellos de muchas maneras, lamentan su miseria. Pero, ¿por qué no prefieren volver sus pensamientos a José? Porque la sospecha era natural, que esto se había hecho por fraude, porque deseaba tenderles nuevas trampas. ¿Cómo sucede, entonces, que al perder de vista al hombre, ponen a Dios como un vengador directamente delante de ellos? Verdaderamente, debido a que este pensamiento único poseía sus mentes, que se les daría una recompensa justa, y como merecían sus pecados; y, a partir de ese momento, refirieron cualquier maldad que sucediera a la misma causa. Antes (como hemos dicho) estaban dormidos, pero desde el momento en que comenzaron a verse afectados por el vivo temor del juicio de Dios, su providencia siempre se presentó a su punto de vista. Entonces, David, cuando, por sugerencia interna del Espíritu, se enteró de que la vara con la que fue castigado había sido enviada del cielo, no está distraído ni perplejo, aunque ve claramente que los males han procedido de otro lado; pero ora a Dios para que sane las heridas que hizo. No es un acto común de prudencia, y al mismo tiempo es provechoso, siempre que cualquier adversidad nos alcance, acostumbrarnos a la consideración de los juicios de Dios. Vemos cómo los incrédulos, mientras imaginan que sus desgracias son accidentales, o mientras están empeñados en acusar a sus enemigos, solo exasperan su dolor al preocuparse y enfurecerse, y así causan que la ira de Dios arda más contra ellos. Pero el que, en su aflicción, se ejercita reflexionando sobre sus propios pecados, y pone a Dios ante él como su juez, se humillará ante la presencia divina, y compondrá su mente a la paciencia con la esperanza del perdón. Sin embargo, recordemos que la providencia de Dios no se reconoce realmente, excepto en relación con su justicia. A pesar de que los hombres por cuya mano nos castiga a menudo son injustos, sin embargo, de una manera incomprensible, ejecuta sus juicios a través de ellos, contra los cuales no nos es lícito responder ni murmurar. Porque a veces incluso los reprobados, aunque se reconocen afectados por la mano de Dios, no dejan de quejarse contra él, como Moisés nos enseña con el ejemplo de Caín. Sin embargo, no entiendo que esta queja fue hecha por los hijos de Jacob, con el propósito de acusar a Dios de violencia tiránica; pero porque, siendo vencidos por el miedo, dedujeron de este doble castigo que Dios estaba muy disgustado con ellos.

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