17. Y el diluvio duró cuarenta días, etc. Moisés insiste copiosamente en este hecho para mostrar que todo el mundo estaba sumergido en las aguas. Además, se debe considerar como el diseño especial de esta narración que no atribuyamos a la fortuna el diluvio por el cual pereció el mundo; por más común que sea para los hombres echar algún velo sobre las obras de Dios, lo cual puede oscurecer tanto su bondad como sus juicios manifestados en ellas. Pero ya que se declara claramente que todo lo que florecía en la tierra fue destruido, inferimos de ello que fue un juicio indiscutible y señalado de Dios; especialmente porque Noé solo permaneció a salvo, porque había abrazado, por fe, la palabra en la que estaba contenida la salvación. Él recuerda entonces lo que antes hemos dicho; es decir, cuán desesperada había sido la impiedad y cuán enormes los crímenes de los hombres, por los cuales Dios fue inducido a destruir todo el mundo; mientras que, por su gran clemencia, habría preservado su propia obra, si hubiera visto que se podía aplicar algún remedio más suave de manera efectiva. Estas dos cosas, directamente opuestas entre sí, las conecta; que toda la raza humana fue destruida, pero que Noé y su familia escaparon a salvo. De aquí aprendemos cuán provechoso fue para Noé, despreciando al mundo, obedecer solo a Dios: lo cual Moisés declara no tanto para alabar al hombre, como para invitarnos a imitar su ejemplo. Además, para que la multitud de pecadores no nos aleje de Dios, debemos soportar pacientemente que los impíos nos ridiculicen y triunfen sobre nosotros, hasta que el Señor muestre en el resultado final que nuestra obediencia ha sido aprobada por Él. En este sentido, Pedro enseña que la liberación de Noé del diluvio universal fue una figura del bautismo (1 Pedro 3:21); como si dijera que el método de la salvación que recibimos a través del bautismo guarda similitud con esta liberación de Noé. Ya que en esta época también el mundo está lleno de incrédulos como lo estaba entonces; por lo tanto, es necesario que nos separemos de la gran multitud, para que el Señor nos arrebate de la destrucción. De la misma manera, la Iglesia es adecuada y justamente comparada con el arca. Pero debemos tener en cuenta la similitud por la cual corresponden mutuamente entre sí; porque eso se deriva únicamente de la palabra de Dios; porque así como Noé, creyendo en la promesa de Dios, reunió a su esposa y a sus hijos, para que bajo una cierta apariencia de muerte, pudiera emerger de la muerte; así es apropiado que renunciemos al mundo y muramos, para que el Señor nos dé vida a través de su palabra. Porque en ningún otro lugar hay seguridad de salvación. Sin embargo, los papistas actúan ridículamente al fabricarnos un arca sin la palabra

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