16. Y el Señor le cerró la puerta. Esto no se agrega en vano, ni debe pasarse por alto fácilmente. Esa puerta debía de ser grande para que pudiera admitir a un elefante. Y verdaderamente, no habría brea lo suficientemente firme y tenaz, ni unión lo suficientemente sólida, para evitar que la inmensa fuerza del agua penetrara a través de sus muchas costuras, especialmente en una erupción tan violenta y en un choque tan severo. Por lo tanto, Moisés, para evitar las especulaciones vanas que nuestra propia curiosidad sugeriría, declara en una palabra que el arca fue asegurada del diluvio, no por artificio humano, sino por milagro divino. No cabe duda de que Noé había sido dotado de una nueva habilidad e inteligencia, para que nada fuera defectuoso en la estructura del arca. Pero para que incluso este favor no fuera sin éxito, era necesario agregar algo más grande. Por lo tanto, para que no midamos el modo de preservar el arca por la capacidad de nuestro propio juicio, Moisés nos enseña que las aguas no fueron retenidas de irrumpir en el arca solo por brea o betún, sino más bien por el poder secreto de Dios y por la intervención de su mano.

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