6. Y Noé tenía seiscientos años. No es sin razón que menciona nuevamente la edad de Noé. Porque la vejez tiene, entre otros males, el de volver a las personas más indolentes y hurañas; de ahí que la fe de Noé fue más conspicua, porque no le falló en esa avanzada etapa de su vida. Y como fue una gran excelencia no languidecer a lo largo de sucesivos siglos, su prontitud merece no poca admiración; porque, al recibir la orden de entrar en el arca, obedeció de inmediato. Cuando Moisés poco después agrega que entró a causa de las aguas del diluvio, las palabras no deben interpretarse como si fuera obligado a huir al arca por el tumulto de las aguas; sino que, movido por el temor a la palabra, percibió por fe la aproximación de ese diluvio que todos los demás ridiculizaban. Por lo tanto, su fe es elogiada nuevamente en este lugar, porque en verdad alzó la mirada por encima del cielo y de la tierra.

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