3. Dibujarás aguas con alegría. En este versículo, confirma lo que ya hemos notado, que este capítulo puede considerarse como un sello para confirmar la promesa que hizo acerca de la redención de su pueblo. Como si él hubiera dicho: "La salvación de Dios ha sido puesta delante de ti, como si fuera una fuente constante que fluye, de la cual puedes extraer aguas en abundancia". Esta es una metáfora muy hermosa; porque en esta vida nada es más necesario que el agua, de modo que no hay ningún tipo de escasez que nos cause más inquietud o angustia que la escasez de agua. Por lo tanto, mediante una forma de hablar, en la que se toma una parte por el todo, declara que todo lo necesario para sostener la vida fluye hacia nosotros desde la bondad inmerecida de Dios. Y como estamos vacíos e indigentes de todo lo bueno, él compara adecuadamente la misericordia de Dios con una fuente, que satisface a los que tienen sed y sequedad, refresca a los que están resecos con el calor y revive a los que están cansados ​​de la fatiga.

De las fuentes del Salvador. (195) Esta palabra es más apropiada para este pasaje que si hubiera dicho "de las fuentes de Dios"; porque produce más consuelo cuando sabemos que él es el autor de nuestra salvación y, por lo tanto, el Profeta ha adaptado hábilmente este término a la situación en la que se encuentra. Ahora, si esta promesa incluye todo el reinado de Cristo, debemos aplicarla constantemente a nuestro uso. Por lo tanto, sepamos que la bondad de Dios se nos ofrece, para que podamos estar satisfechos con ella; porque debemos ser como una tierra seca y sedienta, como dice el salmista, (Salmo 143:6), para que podamos desear las aguas del Señor. Esta bondad de Dios es maravillosa y más allá de lo que podría haberse creído, que no nos permite quemar con un deseo insatisfecho, sino que presenta una fuente de la que podemos extraer abundantemente. Esa fuente es Cristo, en quien todos los beneficios de Dios nos son impartidos; porque de su plenitud, como dice Juan, todos dibujamos. (Juan 1:16.) Sigue siendo, por lo tanto, que siempre que sentimos nuestro deseo vamos directamente a él.

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