13. Los príncipes de Zoan se enamoran, los príncipes de Noph son engañados. Zoan era una de las principales ciudades de Egipto; Noph también fue muy celebrado; (36) pero no podemos determinar con certeza qué ciudades fueron. Algunos piensan que uno de ellos era Alejandría, cuya antigüedad y riqueza pueden inferirse de muchos pasajes de la Escritura, que sirven también para refutar la noción de aquellos que piensan que fue fundada por Alejandro Magno; porque aunque había sido destruido con frecuencia, no lo construyó de nuevo, solo lo reparó. Que en un momento era un estado independiente, y aliado a los egipcios, y que era una de las ciudades más florecientes en todo el mundo, es evidente por Nahúm 3:8. El Profeta representa justamente la estupidez de los príncipes como precursores de su destrucción; porque la principal fortaleza de cualquier comunidad o reino consiste en la sabiduría y la prudencia, sin las cuales ni las grandes riquezas ni una numerosa población pueden ser de utilidad.

Un rincón de sus tribus ha engañado a Egipto. (37) Considero que la palabra esquina se usa aquí metafóricamente para la parte principal de un edificio en el que descansa todo el peso; y elijo más bien verlo en el caso nominativo que en el acusativo. (38) Creo que debería considerarse que se refiere a esos sabios por quienes los egipcios supuestamente se defendían con tanta fuerza que no podía caer ningún mal ellos. Pero Isaías dice que este es un apoyo demasiado débil, porque, habiendo sido engañados en sus consejos, arruinaron Egipto; y, por lo tanto, sostiene la burla de esa supuesta sabiduría que, cuando no va acompañada del temor de Dios, debería llamarse vanidad y locura, y no sabiduría. Los hombres no solo abusan de un excelente regalo de Dios, sino que están llenos de vana ambición y están más encantados con la astucia que con la verdadera prudencia. A esto se agrega una furia diabólica, que los lleva a ignorar la providencia de Dios y a derribar todos los eventos al nivel de su propia capacidad. Esta es la razón por la cual la Escritura ataca con tanta frecuencia a hombres sabios de esa descripción, y declara que son tontos. Usurpan lo que le pertenece a Dios y lo reclaman para sí mismos; lo cual es un sacrilegio impactante e intolerable. No debemos preguntarnos si el Señor hace demostraciones temerosas contra tales hombres sabios, de modo que con toda su gran agudeza e ingenio tropiecen y caigan en los asuntos más pequeños, y corran grandes peligros que cualquier campesino o artesano hubiera previsto. Que estas cosas sean una advertencia para nosotros, que no podemos estar eufóricos o reclamar la alabanza de la sabiduría. Si tenemos alguna habilidad o prudencia, debemos atribuirla por completo a Dios y conformarnos a la regla de la sobriedad y la modestia; porque si nuestra sabiduría descansa en Dios, él será verdaderamente una piedra angular firme, que nadie sacudirá ni derrocará.

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