14. Entonces te deleitarás en Jehová. Parece aludir a la palabra deleite en el verso precedente; para el verbo תתעגג (tithgnanneg) que emplea el Profeta, se deriva de la misma raíz que עגג (gnoneg) que usaba anteriormente, cuando dijo que el Señor toma el deleite supremo en la verdadera observación del sábado. En una palabra, quiere decir que la gente no se deleita en Dios, porque lo provocan y no obedecen su voluntad; porque si enmarcamos nuestra vida en obediencia a Dios, deberíamos ser su deleite, y, por otro lado, él sería nuestro deleite. Por lo tanto, afirma que se debe enteramente a los judíos mismos que, al confiar en un Dios reconciliado, no llevan una vida alegre y gozosa. Con estas palabras, indirectamente les reprocha que traigan sobre sí mismos, por su propia culpa, muchas calamidades.

Y te haré cabalgar en los lugares altos de la tierra. Con estas palabras, promete un regreso a su país natal y una habitación segura en él. Sabemos que Judea estaba situada en un lugar elevado sobre los países vecinos; mientras que la situación de Babilonia era mucho más baja, de modo que la gente temblaba como si hubiera estado encerrada en una cueva. Luego dice más claramente lo que quiso decir con la palabra paseo (127) porque promete la posesión de ese país que había sido prometido y entregado a los padres, (128) y que ellos disfrutaron en ese momento, y de los cuales luego fueron privados por un tiempo.

Porque la boca de Jehová lo ha hablado. Añadió esto, para que supieran, más allá de toda controversia, que todas estas cosas eran ciertas; y esto debe ser visto como una referencia no solo a esas promesas, sino también al comienzo del capítulo. Porque reprendió a los hipócritas, que pensaban que se estaban defendiendo por una causa justa, y mostraron que estaban sufriendo el castigo justo de sus pecados; y que fue en vano luchar con Dios y presentarle en oposición sus propias obras, que estaban completamente vacías y sin valor. Por eso, los trae de vuelta a la verdadera observación del sábado, y muestra que les irá bien si adoran a Dios de la manera correcta. Finalmente concluye que no tienen que tratar con un hombre mortal, sino que el que pronuncia estas cosas es Dios el Juez.

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