13. Hemos hecho malvadamente. Aquí él enumera ciertas clases de pecados, para despertar a la gente con mayor interés en el reconocimiento de su pecado. Debe considerarse monstruoso que los hombres, que han sido castigados y casi aplastados por la mano de Dios, todavía están orgullosos y tan obstinados que no pueden doblegarse ni ser humillados por la convicción de su pecado. El Señor se esfuerza por suavizar nuestra obstinación con rayas y heridas; pero cuando los castigos no nos hacen ningún bien, nuestro caso debe ser abandonado como inútil. Por lo tanto, Isaías trabaja para mostrar cuán miserable es la condición de las personas, quienes, mientras soportaron dificultades severas, murmuraron en contra de Dios y no sufrieron para ser llevados a un estado de obediencia. Y, por lo tanto, repite con frecuencia esta advertencia, y la reprende bruscamente, para someter esta obstinación de la gente.

Y le hemos mentido a Jehová. En una variedad de términos, reprende sus vicios y enumera clases de ellos, después de haber señalado de manera general que la corrupción prevaleció en todas partes: ni menciona solo faltas leves, o las de un pequeño número de personas, sino un revuelta universal. Con estas palabras, las declara tan profundamente corrompidas que no queda en ellas sinceridad, rectitud, miedo o conciencia. ¿Para qué se entiende por "mentirle a Dios", sino para rebelarse traicioneramente de él, como si se rechazara toda obediencia? Por lo tanto, no los reprocha con una o algunas transgresiones de la Ley, sino que dice que, como fugitivos, han abandonado a Dios, para que no lo sigan cuando él lo llama.

Concebir y pronunciar desde el corazón. Ahora agrega que estaban dedicados a la invención de las travesuras y que estaban completamente imbuidos de falsedad; porque "pronunciar una mentira desde el corazón" es mucho peor que decir mentiras sin pensar, o incluso engañar cuando se presenta una ocasión. (142) Tampoco hay lugar para dudar de que esas reprensiones ofendieron gravemente a los judíos, quienes, hinchados de orgullo, imaginaban que eran extremadamente santos. Pero era apropiado tratar su hipocresía de esta manera, porque la mera doctrina produjo poco efecto sobre ellos. Enseñados por este ejemplo, los pastores, cuando ven a la Iglesia de Dios corrupta, y los hombres complaciéndose y halagando sus vicios, deben hacer una oposición vigorosa, acompañados de una fuerte y aguda reprensión.

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