19. Y vendrán. Él sigue la misma metáfora; porque las abejas comúnmente buscan nidos para ellas en cavernas, valles y arbustos, y lugares similares; como si hubiera dicho que no habría un rincón en el que el enemigo no se asentaría y habitara. Es innecesario darnos muchos problemas para explicar por qué habla de arbustos y espinas en lugar de otras cosas, ya que el lenguaje es figurativo. Y, sin embargo, no tengo dudas de que tenía la intención de afirmar que si se esconden en las cavernas o buscan ocultarse en los valles, no habrá escapatoria; porque el enemigo tomará posesión de todo el país.

Por lo tanto, nuevamente inferimos lo que se ha observado anteriormente, que nada ocurre al azar o por casualidad, sino que todo está gobernado por la mano de Dios. Una vez más, aunque los hombres malvados pueden enfurecerse y apresurarse a atacar a ciegas, Dios aún les pone freno para que puedan promover su gloria. Por lo tanto, cuando vemos que los hombres malvados ponen todo en desorden, no pensemos que Dios ha puesto la brida en su cuello, para que puedan precipitarse hacia donde quieran; pero seamos completamente convencidos de que sus ataques violentos están bajo control. De esto deberíamos derivar un maravilloso consuelo en medio de esas perturbaciones en las que el mundo cristiano está tan profundamente involucrado, y por la violencia de la cual está tan fuertemente sacudido, que casi todo parece estar en un estado de confusión. Deberíamos considerar que el Señor tiene una brida oculta por la cual restringe a las bestias furiosas, de modo que no puedan abrirse paso donde la locura de su ira los lleve, o ir más allá de los límites que el Señor les prescribe.

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