La razón está unida, porque se han endurecido el cuello. Nuevamente confirma lo que hemos observado antes: que habían caído, no por ignorancia, sino por perversidad; porque habían aprendido con suficiente claridad de la ley lo que era correcto, y también habían sido advertidos a menudo por los profetas. Entonces, apareció su maldad y su espíritu indomable, porque habían escuchado la sana doctrina de la ley, y tenían que advertirles a muchos.

Ahora este pasaje nos enseña que no nos queda perdón cuando, por así decirlo, rechazamos el yugo de Dios. Y esto debe ser notado cuidadosamente, ya que vemos lo difícil que es someter a los hombres, incluso cuando confiesan que la palabra de Dios es lo que oyen. Desde entonces, en toda la humanidad hay una perversidad innata, que apenas uno de cada cien se deja gobernar por la palabra de Dios, nos corresponde seriamente considerar lo que se dice aquí, que no son dignos de misericordia y endurecen su cuello. Por lo tanto, se dice en Salmo 95:8,

"No endurezcáis vuestros corazones como vuestros padres".

Y sigue una definición más clara, para que no escuchen mis palabras. Aunque haya dureza en todos los mortales, cuando la doctrina de la salvación se da a conocer y no se recibe, entonces se manifiesta una mayor impiedad y orgullo; porque en ese caso, los hombres oyen hablar a Dios y, sin embargo, le roban su autoridad. Entonces se deduce que cuanto más claramente Dios haga conocer su verdad, menos excusas hay; pues sobre todo sale a la luz la impiedad de los hombres, y su desdén parece incapaz de ser sometido.

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