Aquí el Profeta estalla en una expresión abierta de alegría, y no solo le agradece a Dios, que se había liberado de las intrigas y la violencia de los malvados, sino que también convoca a otros, y los anima a cantar alabanzas a Dios; como si hubiera dicho que su liberación fue un favor, que no solo debería estar agradecido con Dios por ello, sino que todos deberían unirse para celebrarlo, de acuerdo con lo que dice Pablo en 2 Corintios 1:11, que muchas gracias puedan ser dadas a Dios. El Profeta sin duda había experimentado la ayuda de Dios, sí, esa ayuda que antes había ensalzado tan altamente. Como, entonces, él realmente había descubierto que Dios era victorioso, y que su seguridad había sido defendida contra todos los impíos por el poder invencible de Dios, él expresó su total confianza y deseó que todos los siervos de Dios se unieran a él. (16)

Cada vez, entonces, nos vemos reducidos a estrechas, y parecemos ser, por así decirlo, rechazados por Dios mismo, esperemos pacientemente hasta que él se complazca en liberarnos de la mano de los impíos; sin la miseria y la angustia que preceden, nunca deberíamos reconocer suficientemente el poder de Dios para preservarnos. Así, Jeremías confiesa que por un tiempo fue miserable y oprimido, pero que finalmente fue liberado, incluso cuando los impíos y malvados se creían victoriosos. Ahora sigue un clamor, que parece ser de un carácter muy diferente:

Cantad a Jehová, alabad a Jehová, porque él ha rescatado la vida de los desamparados de la mano de los malignos.

- Ed.

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