Vemos, en resumen, que el Profeta de Dios fue rechazado; y, sin embargo, no hay duda, pero los judíos fingieron alguna religión, pero no pensaron que estaban obligados a obedecer el mandato del hombre. ¿Y de dónde era este desprecio? incluso de nada más que perversidad; sin embargo, los hipócritas pueden disimular y decir que no desprecian a Dios y su palabra, y dirigir sus palabras a los ministros, pero su impiedad los traiciona cuando, por un lado, fingen que adoran a Dios, y por el otro repudian a aquellos provisto de sus mandamientos, a quienes tendría que escuchar. Pero Dios no quiere ni puede separarse de su palabra. Sigamos ahora -

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