Nuevamente enseña lo que observamos ayer: que la gloria de los judíos era una tontería, mientras se jactaban del Templo y de sus sacrificios a Dios. Él llama a sus alardes las palabras de falsedad, como hemos explicado, porque se volcaron completamente a un fin contrario a lo que Dios había instituido. Era su voluntad que se le ofrecieran sacrificios en el Templo, ¿con qué propósito? Preservar la unidad de fe entre todo el pueblo. Y los sacrificios, ¿cuál fue su diseño? Para mostrarle a la gente que merecían la muerte eterna, y también que iban a huir a Dios por misericordia, ya que no había otra expiación sino la sangre de Cristo. Pero no hubo arrepentimiento, no lamentaron sus pecados; Es más, como veremos más adelante, se tomaron la libertad de disfrutar más de ellos debido a sus ceremonias, que aún deberían haber sido el medio para llevarlos al arrepentimiento. Eran entonces las palabras de falsedad cuando separaban los signos de sus extremos. La realidad y el signo deberían distinguirse de hecho uno del otro; pero es un divorcio intolerable, cuando los hombres se aferran a los signos desnudos y pasan por alto la realidad. Había en los sacrificios la realidad que ahora he mencionado: el espectáculo les recordó que eran dignos de la muerte eterna; y luego, debían ejercer penitencia, y así huir a la misericordia de Dios. Como no se hizo ningún recuento de Cristo, ni el cuidado del arrepentimiento, ni el dolor por los pecados, ni el temor de Dios, ni la humildad, fue una separación impía de lo que debería haberse unido.

Ahora vemos más claramente por qué el Profeta designa como palabras de falsedad, esa falsa gloria en la que los hipócritas se entregan, en oposición a Dios, cuando lo tendrían satisfecho con ceremonias desnudas. Por lo tanto, agrega, que eran palabras que no podían beneficiarse, como si hubiera dicho: "Al tratar de jugar con Dios, él también frustrará su diseño". De hecho, es cierto que trataron deshonestamente con Dios cuando intentaron satisfacer su juicio con frígidas ceremonias. Por lo tanto, muestra que se les preparó una recompensa; porque al final encontrarían que ningún fruto vendría de sus tratos falsos. Sigue -

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