10. De este modo sabrás, etc. Hace que el poder del milagro se extienda más allá de la entrada de la tierra, y merecidamente; ya que simplemente abrir un pasaje a un territorio hostil, del cual luego no hubo retirada, no habría sido más que exposición a la muerte. Ya sea enredados entre los estrechos y en una región desconocida, habrían sido fácilmente destruidos, o habrían perecido, agotados por el hambre y la absoluta necesidad de todas las cosas. Por lo tanto, Joshua declara de antemano que cuando Dios restauraría el río a su curso, sería como si estuviera estirando su mano para derrotar a todos los habitantes de la tierra; y que la manifestación de su poder dado en el paso del Jordán sería un presagio seguro de la victoria que obtendrían sobre todas las naciones.

Él dice: De ahí sabrás que el Señor está presente contigo; ¿A que final? No solo para plantar los pies en la tierra de Canaán, sino también para darte la posesión total. Porque seguramente cuando se menciona el derrocamiento de las naciones, se implica una posesión definitiva, libre y pacífica. Por lo tanto, como el Señor al dividir el río demostró claramente que su poder residía con los israelitas, así el pueblo debe haber concebido esperanzas de asistencia perpetua, como si ya hubieran visto a sus enemigos petrificados y postrados ante ellos.

Porque Dios no abandona el trabajo de sus manos a mitad de camino, dejándolo mutilado e inacabado. (Salmo 138:8) Cuando conduce a su pueblo a la herencia prometida, les hace un paso seco cortando el curso del Jordán. ¡Cuán perverso hubiera sido para los israelitas detenerse en ese acto momentáneo, en lugar de sentirse seguros en todo momento, hasta que se obtuviera la posesión tranquila de la tierra! Aprendamos entonces de este ejemplo, prudentemente para combinar los diferentes actos de bondad divina relacionados con nuestra salvación final, para que un comienzo feliz pueda apreciar y mantener viva en nuestras mentes la esperanza de una terminación igualmente feliz.

Cuando Joshua dice que la gente conocerá la presencia de Dios por el milagro, indirectamente los reprende con su desconfianza, ya que la mera promesa de Dios debería haber bastado para una seguridad completa, y nuestra fe, a menos que se base únicamente en esta promesa, debe estar continuamente vacilante. Pero aunque la fe debería reclinarse de manera apropiada solo en la verdad de Dios, no se sigue que el conocimiento experimental no actúe como un apoyo secundario a su debilidad y brinde ayuda subsidiaria para su confirmación. Por lo que Dios nos promete en palabras, lo sella por acto, y tan a menudo como nos muestra manifestaciones de su gracia y poder, pretende que sean tantas confirmaciones de lo que ha dicho, y tantas ayudas que tienden a reprimir. Todas nuestras dudas.

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