3. Y harán estas cosas. No sin una buena razón, Cristo frecuentemente les recuerda a los apóstoles esta consideración, que solo hay una razón por la cual los incrédulos están tan enojados contra ellos. Lo es, porque no conocen a Dios. Y, sin embargo, esto no se dice con el propósito de atenuar su culpa, sino que los apóstoles pueden despreciar audazmente su furia ciega; porque a menudo sucede que la autoridad que poseen los hombres malvados, y el brillo que brilla en ellos, sacuden mentes modestas y piadosas. Pero Cristo, por otro lado, ordena a sus seguidores que se levanten con santa magnanimidad, que desprecian a sus adversarios, quienes no están impulsados ​​por nada más que error y ceguera; porque este es nuestro muro de bronce, cuando estamos completamente persuadidos de que Dios está de nuestro lado y que los que se oponen a nosotros carecen de razón. Una vez más, estas palabras nos recuerdan, qué grave mal es no conocer a Dios, ya que lleva incluso a aquellos que han asesinado a sus propios padres a esperar alabanzas y aprobación por su maldad.

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