31. ¿Ahora crees? Como los discípulos estaban demasiado satisfechos consigo mismos, Cristo les recuerda que, recordando su debilidad, deberían limitarse a su propia capacidad. Ahora, nunca somos plenamente conscientes de lo que queremos y de nuestra gran distancia de la plenitud de la fe, hasta que llegamos a una prueba seria; pues el hecho muestra cuán débil era nuestra fe, que imaginábamos estar llena. Cristo recuerda la atención de los discípulos sobre este asunto y declara que por mucho tiempo lo abandonarán; porque la persecución es una piedra de toque para probar la fe, y cuando su pequeñez se hace evidente, aquellos que antes estaban orgullosos comienzan a temblar ya retroceder.

La pregunta planteada por Cristo es, por lo tanto, irónica; como si él hubiera dicho: “¿Te jactas como si estuvieras lleno de fe? Pero el juicio está a la mano, lo que revelará su vacío. De esta manera, deberíamos restringir nuestra tonta confianza, cuando se entrega con demasiada libertad. Pero se podría pensar, ya sea que los discípulos no tenían fe en absoluto, o que se extinguió cuando abandonaron a Cristo y se dispersaron en todas las direcciones. Respondo, aunque su fe se debilitó, y casi había cedido, todavía quedaba algo, de lo que luego podrían brotar ramas frescas.

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