16. Mi doctrina no es mía. Cristo muestra que esta circunstancia, que fue una ofensa para los judíos, fue más bien una escalera por la cual deberían haber subido más alto para percibir la gloria de Dios; como si hubiera dicho: "Cuando veas a un maestro no entrenado en la escuela de hombres, debes saber que Dios me ha enseñado". La razón por la cual el Padre Celestial determinó que su Hijo debía salir del taller de un mecánico, en lugar de las escuelas de los escribas, era que el origen del Evangelio podría ser más manifiesto, que nadie podría pensar que había sido fabricado en la tierra, o imagina que cualquier ser humano fue el autor de la misma. Así también Cristo escogió a los hombres ignorantes e incultos para que fueran sus apóstoles, y les permitió permanecer tres años en total ignorancia, para que, habiéndoles instruido en un solo instante, pudiera presentarlos como hombres nuevos, e incluso como ángeles que acababan de baja del cielo

Pero la del que me envió. Mientras tanto, Cristo muestra de dónde debemos derivar la autoridad de la doctrina espiritual, solo de Dios. Y cuando afirma que la doctrina de su Padre no es suya, mira a la capacidad de los oyentes, que no tenían una opinión más alta de él que la de que él era un hombre. A modo de concesión, por lo tanto, se permite ser considerado diferente de su Padre, pero para no presentar nada más que lo que el Padre había ordenado. La cantidad de lo que se dice es que lo que él enseña en el nombre de su Padre no es una doctrina de los hombres, y no procede de los hombres, para poder ser despreciado impunemente. Vemos por qué método obtiene autoridad para su doctrina. Es refiriéndolo a Dios como su Autor. También vemos por qué motivo, y por qué razón, exige que se le escuche. Es, porque el Padre lo envió a enseñar. Ambas cosas deben ser poseídas por cada hombre que asume el oficio de maestro y desea que se le crea.

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