El Profeta nuevamente deplora la profanación de todas las cosas sagradas; y esta queja, como he dicho, procedió de la tristeza más amarga; porque aunque fue algo triste para los fieles, perder todas sus propiedades, vagar en el exilio y sufrir la falta de todas las cosas, sin embargo, debe haber sido más doloroso para ellos ver el Templo contaminado y toda religión expuesta a vergüenza. Esta calamidad, entonces, el Profeta nuevamente lamenta, cuando dice que los enemigos habían extendido su mano contra todas las cosas deseables. Ahora, por cosas deseables, no quiere decir riquezas, ni nada que pertenezca a la condición de una vida terrenal y que se desvanece, sino esos valiosos tesoros que Dios había depositado en el pueblo elegido. El enemigo, entonces, había extendido su mano contra el altar, contra la mesa, contra el arca del pacto, contra todos los vasos sagrados.

Entonces esta indignidad aumentó, porque Jerusalén vio a los paganos entrar en su santuario; porque el pronombre está en el género femenino. Pero el santuario de Jerusalén era el Templo de Dios porque, hablando propiamente, era solo el santuario de Dios, pero al mismo tiempo era el santuario del pueblo, porque Dios no había hecho que el Templo fuera construido para su propio beneficio, sino más bien en beneficio de su pueblo. Lo que Dios, por tanto, había consagrado para sí mismo, se llama con razón el santuario de la gente. Él todavía aumenta la indignidad, porque Dios había prohibido a los paganos entrar al santuario; pero se habían apresurado violentamente allí. Sin embargo, no entraron por adorar a Dios, porque era su orden mantenerlos alejados de la santa asamblea; pero habían entrado por la fuerza con el propósito de violar el Templo, y también de abolir todo el culto a Dios, y de exponer a la religión a todo tipo de burlas. (136)

Su mano tiene el opresor expandido sobre todas sus cosas deseables; De hecho, ella lo vio: las naciones entraron en su santuario; Aunque has mandado esto, "No vendrán a tu asamblea".

"Las cosas deseables" eran cosas sagradas, y podrían ser así representadas. Extender la mano sobre ellos era apoderarse de ellos, tomar posesión de ellos. - Ed.

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