El adversario ha extendido su mano sobre todas sus cosas agradables, robando blasfemamente incluso los vasos preciosos y los adornos del templo; porque ha visto que las gentes entraban en su santuario, a quienes tú mandaste que no entraran en tu congregación, siendo las gentes como tales excluidas del templo, excepto donde fueran prosélitos de justicia. Habían sido excluidos del Santuario, pero aquí entraron con intención blasfema, pisoteando despiadadamente y robando como querían.

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