Dado que este pasaje, sin duda, se relaciona con la explicación del Quinto Mandamiento, confirma lo que he mostrado antes, que el honor que Dios ordena que se le pague a los padres, no consiste solo en reverencia, sino que también abarca la obediencia. Por la reverencia que ahora prescribe hará que los niños sean sumisos y obedientes. Ahora, entonces, entendemos más claramente cómo los padres deben ser honrados, cuando Dios exhorta a sus hijos a que tengan cuidado de ofenderlos; porque esto es, en una palabra, la verdadera manifestación de la piedad filial, llevar con calma el yugo de sujeción y demostrar mediante actos un sincero deseo de obedecer.

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