17. ¿Qué debo hacer? Los hombres malvados son conducidos a la perplejidad en sus deliberaciones, porque no saben cómo usar legalmente algo; (269) y, a continuación, porque están intoxicados con una tonta confianza que les hace olvidarse de sí mismos. Así encontramos que este hombre rico alarga sus expectativas de vida en proporción a sus grandes ingresos, y aleja de él el recuerdo de la muerte. Y sin embargo, este orgullo va acompañado de desconfianza; porque esos hombres, cuando se han saciado, todavía están agitados por un deseo insaciable, como este hombre rico, que ensancha sus graneros, como si su barriga, que se había llenado con sus antiguos graneros, no hubiera tenido suficiente. Al mismo tiempo, Cristo no condena expresamente a este hombre por actuar como cuidadoso jefe de familia al almacenar sus productos, sino porque su deseo voraz, como un remolino profundo, se traga y devora muchos graneros; de lo cual se deduce que no comprende el uso adecuado de un producto abundante.

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