44. El Señor le dijo a mi Señor. Aquí el Espíritu Santo pone en la boca de todos los piadosos una canción de triunfo, para que puedan desafiar valientemente a Satanás y a todos los impíos, y burlarse de su ira, cuando se esfuerzan por expulsar a Cristo de su trono. Para que no vacilen ni tiemblen, cuando perciben grandes emociones producidas en la tierra, se les ordena colocar el decreto santo e inviolable de Dios en oposición a todos los esfuerzos de los adversarios. El significado, por lo tanto, es: cualquiera que sea la locura de los hombres, todo lo que se atrevan a inventar será inútil para destruir el reino de Cristo, que ha sido establecido, no por la voluntad de los hombres, sino por el nombramiento de Dios, y por lo tanto es apoyado por la fuerza eterna. Siempre que este reino sea atacado violentamente, llamemos a recordar esta revelación del cielo; porque indudablemente esta promesa fue puesta en manos de Cristo, para que cada creyente pueda aplicarla a su propio uso. Pero Dios nunca cambia ni engaña, para retractarse de lo que una vez salió de su boca.

Siéntate a mi mano derecha. Esta frase se usa metafóricamente para el segundo o siguiente rango, que está ocupado por el diputado de Dios. Y por lo tanto, significa tener el más alto gobierno y poder en el nombre de Dios, ya que sabemos que Dios ha comprometido su autoridad a su Hijo unigénito, para gobernar su Iglesia por su agencia. Este modo de expresión, por lo tanto, no denota ningún lugar en particular, sino que, por el contrario, abarca el cielo y la tierra bajo el gobierno de Cristo. Y Dios declara que Cristo se sentará hasta que sus enemigos sean sometidos, para informarnos que su reino seguirá siendo invencible contra cada ataque; no es que, cuando sus enemigos hayan sido sometidos, se verá privado del poder que le fue otorgado, sino que, si bien toda la multitud de sus enemigos será derribada, su poder permanecerá para siempre intacto. Mientras tanto, señala esa condición de su reino que percibimos en la actualidad, que no podemos sentirnos incómodos cuando la vemos atacada por todos lados.

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