41. Y Moisés dijo: ¿Por qué transgredís ahora? Rechaza esta penitencia fingida, según la cual el pecador intenta todo tipo de cambios, (78) para no someterse a Dios. “Si quieres volver, Israel, regresa a mí”, dice el Señor por Jeremías, (Jeremias 4:1.) Por lo tanto, lo primero que debemos considerar es lo que Dios requiere de nosotros; para que pueda parecer claramente que realmente nos sometemos a su poder.

Para frenar su temeridad, Moisés les recuerda que buscarán en vano el éxito cuando se aparten del mandato de Dios. Y esta es una instrucción muy útil, que Su gracia nunca nos va a querer, si simplemente obedecemos Su palabra; pero cuando, en desprecio y negligencia de sus preceptos, nos dejamos llevar por nuestros propios sentimientos, el evento nunca será próspero. Si alguien objetara que la gente miserable no tenía otro remedio, ya he dicho, que deberían haber estado contentos con este consuelo, es decir, que el destierro de la tierra de Canaán no era desheredar de la esperanza de la vida eterna. No, si se hubieran humillado ante Dios, podrían esperar que su castigo hubiera sido una ayuda provechosa para ellos. Por su actividad mal dirigida, duplican el mal. Después de haber señalado su peligro, Moisés nuevamente les impresiona que Dios no está con ellos, porque lo habían abandonado; y que su bendición fue retenida, porque se habían negado a seguirlo en el momento adecuado.

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