43. Quien sea sabio para observar estas cosas. Ahora se nos informa que los hombres comienzan a ser sabios cuando prestan toda su atención a la contemplación de las obras de Dios, y que todos los demás además de tontos. Por mucho que puedan despertarse de su agudeza y sutileza superiores, todo esto no sirve de nada mientras cierren los ojos contra la luz que se les presenta. Al emplear esta forma de interrogatorio interrogatorio, indirectamente hace publicidad a esa falsa persuasión que prevalece en el mundo, en el mismo momento en que el más audaz despreciador del cielo se considera el más sabio de los hombres; como si él dijera, que todos aquellos que no observen adecuadamente la providencia de Dios, no serán más que tontos. Esta precaución es la más necesaria, ya que encontramos que algunos de los filósofos más grandes fueron tan traviesos como para dedicar sus talentos a oscurecer y ocultar la providencia de Dios, y, pasando totalmente por alto su agencia, atribuyeron todo a causas secundarias. A la cabeza de estos estaba Aristóteles, un hombre de genio y aprendizaje; pero siendo un pagano, cuyo corazón era perverso y depravado, su objetivo constante era enredar y confundir la providencia dominante de Dios mediante una variedad de especulaciones salvajes; tanto es así, que se puede decir con demasiada verdad, que empleó sus poderes mentales naturalmente agudos para extinguir toda la luz. Además, el profeta no solo condena a los epicúreos insensibles, cuya insensibilidad era del carácter más bajo, sino que también nos informa que se encontraría una ceguera, aún mayor y más detestable, entre estos grandes filósofos. Por el término, observe, nos informa, que la aprensión de las obras de Dios no es suficiente, deben ser consideradas cuidadosamente para que su conocimiento pueda ser digerido de manera deliberada y madura. Y, por lo tanto, para que esté grabado en nuestros corazones, debemos hacer de estas obras el tema de nuestra meditación atenta y constante. Cuando el profeta dice: Quien sea sabio, incluso ellos entenderán, el cambio del número singular al plural es maravillosamente apropiado. Por el que él se queja tácitamente de la minoría de aquellos que observan los juicios de Dios; como si dijera: ¡Cuán pocas veces nos encontramos con una persona que verdaderamente y atentamente considera las obras de Dios! Luego, anuncia el hecho de que son tan visiblemente ante todo, que es imposible que los hombres puedan pasarlos por alto, si no fuera que sus maldades pervierten sus mentes. Y si alguna persona está dispuesta a preguntar cómo sucede que el profeta, después de tratar los juicios y la severidad de Dios, ahora hace mención de su bondad amorosa, respondo que su bondad amorosa brilla de manera notable y ocupa un lugar muy destacado en todo lo que hace; porque él es naturalmente propenso a la bondad amorosa, por lo cual también nos atrae hacia sí mismo.

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