Además, también se une a la forma en que dio las gracias; a saber, que Dios estaba a la diestra de los pobres. Con este lenguaje él insinúa, que cuando Dios aparentemente lo abandonó y lo abandonó, y se mantuvo alejado de él, incluso entonces él siempre estuvo cerca y listo para brindarle ayuda razonable y necesaria; y, seguramente, su pobreza y aflicción dieron alguna razón para sospechar que había sido abandonado por Dios, ya que luego se retiró u ocultó su bondad amorosa. A pesar de esta aparente partida, reconoce que, durante su aflicción y pobreza, Dios nunca dejó de estar presente para prestarle ayuda. Al decir que fue salvado de los jueces de su vida, expone, bajo una luz aún más fuerte, la situación muy difícil en la que fue colocado; tener que lidiar con enemigos muy formidables, como el rey y los príncipes del reino, quienes, presumiendo con orgullo su grandeza y grandeza, y con respecto a su recuperación sin remedio, lo trataron como si hubiera sido un perro muerto. Es mi firme convicción, que en este pasaje se queja tanto de la crueldad tortuosa de sus enemigos, como también de que su carácter había sido injustamente repudiado por la calumnia y el reproche; porque sabemos que fue derrotado por la maldad y la maldad de aquellos que, investidos de autoridad, jactanciosamente, pero falsamente, pretendieron que deseaban actuar como jueces y como ejecutores de justicia, cuyos pretextos plausibles adoptan como una capa por su iniquidad

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