REFLEXIONES

Haz una pausa, alma mía, sobre el contenido de este Salmo muy, muy solemne. Contempla en el traidor Judas, cabeza y representante de todos los despreciadores de Jesús, las terribles pero seguras consecuencias de rechazar al Señor de la vida y la gloria: y piensa cuál debe ser el fin de todos estos obreros de iniquidad. Si tal fue el final de la vida de ese apóstata, como lo registra la Escritura; si tal la indignación que cayó sobre la nación judía y su amada Jerusalén; si tal a esta hora el estado miserable de su posteridad; ¡Qué indignación e ira, tribulación y angustia caerán sobre los que crucifican de nuevo al Hijo de Dios y lo avergüenzan abiertamente! ¡Oh! ¡despreciadores de la Deidad de Jesús! ¡Oh! ¡Ustedes que niegan al Señor que compró la iglesia con su sangre! piensa, antes de que sea demasiado tarde,

Mira hacia arriba, alma mía, mira hacia arriba por fe, y en la contemplación de la gloria que será revelada, contempla a tu Jesús en su trono de gracia, distribuyendo bendiciones a todo su pueblo. Míralo como un Cordero en medio del trono; todo poder es suyo, en el cielo y en la tierra. Mírenlo por cada bendición del pacto, porque en él agradó al Padre que habite toda plenitud. Ama a aquel que tanto te amó; vive para aquel que vivió y murió por ti; y todas tus fuentes frescas estén en aquel en quien está el manantial de la vida, y en cuya sola luz puedes ver la luz. ¡Granizo! ¡Siempre bendito, siempre hermoso y todo amoroso Jesús! Bendito sea Dios por Jesucristo. Amén.

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