11. ¡Ustedes que temen a Jehová! No habla de extraños, como algunos suponen erróneamente, como si fuera una predicción respecto al llamado de los gentiles. Al conectarlos con los hijos de Israel y con los hijos de Aarón, opinan que se refiere a los paganos y a los incircuncisos que aún no se habían reunido en el redil. Por paridad de razón, uno podría inferir que los sacerdotes no son de la simiente de Abraham, porque se mencionan por separado. Es más probable que haya en estas palabras una corrección tácita de lo que él había dicho antes, mediante el cual hace una distinción entre los verdaderos adoradores de Dios y aquellos hipócritas que eran los hijos degenerados de Abraham. No pocos de la simiente de Abraham, según la carne, que se apartó de la fe de su padre, el profeta aquí restringe la promesa a aquellos que, habiéndola recibido por fe, estaban adorando a Dios en pureza. Ahora percibimos la razón de su primer discurso a los israelitas, luego a la casa de Aarón, y luego a los temerosos de Jehová. Es como si una persona en nuestros tiempos tuviera que señalar su exhortación primero a todo el cuerpo de la Iglesia, y luego venir más particularmente a los ministros y maestros, quienes deberían ser ejemplos para otros. Y como muchos se mienten falsamente del mero nombre de estar conectados con la Iglesia, y por lo tanto no merecen ser clasificados con los verdaderos seguidores de Dios, él menciona expresamente a los adoradores genuinos y no falsos de Dios.

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