108. ¡Oh Jehová! Te suplico, deja que las ofrendas de mi boca huyan. Este versículo puede leerse en una oración conectada, así como dividirse en dos miembros. Según el punto de vista anterior, el sentido será: Reciba, Señor, mis sacrificios, con este fin, para que me enseñes tus mandamientos. Si preferimos dividir el verso en dos cláusulas, entonces consistirá en dos oraciones separadas; primero, una oración para que Dios acepte los sacrificios del profeta; y, en segundo lugar, una oración para que lo instruya en la doctrina de la ley. Estoy bastante inclinado a seguir la primera opinión. El profeta afirma, como hemos visto en otras partes, que nada era más valioso para él que comprender la doctrina de la ley. Señor, como si hubiera dicho: acepta, según tu gusto, los sacrificios que te ofrezco; y como mi principal deseo es, ser instruido correctamente en tu ley, concédeme que pueda ser partícipe de esta bendición, que estoy tan ansioso por obtener. Debemos marcar todos los lugares en los que se prefiere el conocimiento de la verdad divina a todos los otros beneficios otorgados a la humanidad; y sin duda, dado que contiene la promesa de la salvación eterna, hay una buena razón por la que debe considerarse como un tesoro inestimable. Sin embargo, el profeta comienza en un punto alejado de esto, rezando para que Dios garantice la aprobación y aceptación de sus servicios. Por la palabra נדבות, nidboth, no tengo dudas de que denota los sacrificios que se llamaron ofrendas voluntarias. De hecho, reconozco que habla correctamente de votos y oraciones; pero como el pueblo elegido para propiciar a Dios, solía ofrecer sacrificios, de acuerdo con la habilidad de cada hombre, alude a la costumbre que prevalecía bajo la ley; incluso cuando Oseas (Oseas 14:2) designa las alabanzas de Dios "las pantorrillas de los labios". Fue el diseño de Dios, por esa ceremonia, testificar a los padres que ninguna oración era aceptable para él, sino aquellas que se unían con sacrificio, para que siempre volvieran sus mentes al Mediador. En primer lugar, reconoce que no era digno de obtener nada por sus oraciones, y que, si Dios lo escuchaba, procedía de su gracia libre e inmerecida. En segundo lugar, desea que Dios sea favorable para él en la forma de permitirle sacar provecho de la doctrina de la ley. El verbo, רצה ratsah, que usa: significa favorecer la mera buena voluntad. De donde se sigue, que no hay nada meritorio en nuestras oraciones, y que, cuando Dios las escucha, es en el ejercicio de su bondad libre.

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