7. Pero que Israel espere en Jehová. Después de haber hablado de sí mismo y exhibido en su propia persona un ejemplo para que todos lo sigan, ahora aplica la doctrina a todo el cuerpo de la Iglesia. Debe notarse que el fundamento sobre el cual tendría la esperanza de que todos los piadosos descansaran es la misericordia de Dios, la fuente de la cual brota la redención. En la primera cláusula, les recuerda que aunque no traigan consigo ningún valor o mérito propio, debería bastarles que Dios es misericordioso. Esta relación mutua entre la fe de la Iglesia y la bondad libre de Dios debe marcarse atentamente, hasta el final podemos saber que todos aquellos que, dependiendo de sus propios méritos, se persuadan de que Dios será su recompensador, no tienen su esperanza regulada según la regla de la Escritura. De esta misericordia, como de una fuente, el Profeta deriva la redención; porque no hay otra causa que motive a Dios a manifestarse como el redentor de su pueblo sino su misericordia. Él describe esta redención como abundante, para que los fieles, incluso cuando se reducen al último extremo, puedan sostenerse de la consideración de que en la mano de Dios hay muchos e increíbles medios para salvarlos. Este salmo pudo haber sido compuesto en un momento en que la Iglesia estaba en una condición tan afligida que podría haber desalentado a todos, si la grandeza infinita del poder de Dios no hubiera servido de defensa para defenderlos. El verdadero uso de la presente doctrina es, en primer lugar, que los fieles, incluso cuando se sumergen en los abismos más profundos, no deben dudar de que su liberación está en manos de Dios, quien, cuando sea necesario, podrá encontrar los medios, que ahora están ocultos y desconocidos para nosotros; y, en segundo lugar, que lo mantengan como cierto, que con la frecuencia de la aflicción de la Iglesia, él se manifestará como su libertador. A esta verdad se refiere la oración que sigue inmediatamente.

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