6. Mi alma ha esperado al Señor antes que los observadores de la mañana. En este verso expresa tanto el ardor como la perseverancia de su deseo. Al decir que anticipó a los vigilantes, muestra con esta similitud con qué diligencia y prontitud respiró ante Dios. Y la repetición es una prueba de su perseverancia; porque no hay duda de que, por lo tanto, tenía la intención de expresar una continuación ininterrumpida del mismo curso y, en consecuencia, la perseverancia. Ambas cualidades en su ejercicio son dignas de atención; porque es demasiado manifiesto cuán lentos y fríos somos al elevar nuestras mentes a Dios, y también cuán fácilmente nos sacudimos e incluso caemos ante cada pequeña ráfaga de viento. Además, como las vigilias de la noche en la antigüedad solían dividirse en cuatro partes, este pasaje puede explicarse como algo que implica que los vigilantes de la noche, que vigilan por turnos, tienen cuidado al mirar cuándo amanece, así que El Profeta miró a Dios con la mayor atención de la mente. Pero el sentido más natural parece ser que, como en la mañana, los guardianes de las puertas están más despiertos que todas las demás personas, y son los primeros en levantarse, para que puedan aparecer en los puestos asignados, por lo que la mente del Profeta se apresuró a toda velocidad a buscar a Dios. La repetición, como ya he observado, muestra que él permaneció de pie manteniendo su mirada perseverante fija en su objeto. Siempre debemos tener cuidado de permitir que nuestro fervor languidezca a través del cansancio de la demora, si el Señor por algún tiempo nos mantiene en suspenso. (122)

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