18. Jehová está cerca de todos los que lo invocan. Esta verdad se aplica principalmente a los creyentes, a quienes Dios, en el camino del privilegio singular, invita a acercarse a él, prometiendo que será favorable a sus oraciones. La fe, sin duda, permanece ociosa e incluso muerta sin oración, en la cual el espíritu de adopción se muestra y se ejercita, y por lo cual evidenciamos que todas sus promesas son consideradas estables y seguras. La gracia inestimable de Dios, en resumen, hacia los creyentes, aparece en esto, que se exhibe ante ellos como un Padre. Cuando nos roban muchas dudas cuando oramos a Dios, y nos acercamos a él con temblor o fracasamos al desanimarnos y sin vida, David declara que es verdad sin excepción, que Dios escucha a todos los que lo invocan. Al mismo tiempo, como la mayoría de los hombres pervierten y profanan el método de invocar a Dios a través de sus propios inventos, la forma correcta de orar se establece en la siguiente parte del versículo, es decir, debemos orar en verdad. Aunque los hombres recurren a Dios de manera fría, o incluso en sus oraciones, se manifiestan con él, mientras sus corazones se hinchan de orgullo o de ira, aún se quejan de que no se les escucha; como si no hubiera diferencia entre rezar y pelear, o el ejercicio de la fe y la hipocresía. La mayor parte de los hombres, involucrados en la infidelidad, apenas creen que haya un Dios en el cielo; otros lo desterrarían si pudieran; otros lo amarrarían a sus puntos de vista y deseos, mientras que algunos buscan formas leves e insuficientes de reconciliarlo, de modo que la forma común de orar no es más que una ceremonia ociosa y vacía. (283) Y aunque casi todos los hombres, sin excepción, recurren a Dios en el momento de su necesidad, son pocos los que aportan la menor medida de fe o arrepentimiento . Era mejor que el nombre de Dios fuera enterrado en el olvido que expuesto a tales insultos. Por lo tanto, hay buenas razones por las cuales se debe decir que la verdad es necesaria en nuestras oraciones: que provienen de un corazón sincero. La falsedad, que es lo opuesto a esta sinceridad, es de varios tipos; de hecho, fue difícil enumerarlos: infidelidad, vacilaciones, impaciencia, murmullos, fingida humildad, en resumen, hay tantos tipos como disposiciones pecaminosas. La verdad es que no tiene poca importancia, David nuevamente lo confirma y amplía en el próximo versículo. La repetición es digna de nuestra atención particular, porque tal es nuestra tendencia a la incredulidad, que hay pocos que al invocar a Dios no consideran sus oraciones como infructuosas. De ahí la manera perversa en que las mentes errantes de los hombres son arrojadas de un lado a otro, como en el papado inventaron mecenas sin número, y no tienen importancia para abrazar con una fe inquebrantable las promesas por las cuales Dios nos invita a sí mismo.

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