7. ¡Escucha, oh Jehová! Mi voz. El salmista vuelve nuevamente a la oración, y al hacerlo, declara con qué armadura le fue provisto para romper sus tentaciones. Con la palabra clamor, él expresa su vehemencia, como he dicho en otra parte, de que de ese modo puede mover a Dios lo antes posible para ayudarlo. Con el mismo propósito, también, un poco después menciona su miseria, porque cuanto más oprimidos los fieles, más su propia necesidad induce a Dios a extender su favor hacia ellos.

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