22. ¡Que tu misericordia sea con nosotros, oh Jehová! Finalmente, el salmo concluye con una oración, que el escritor sagrado ofrece en nombre de todos los piadosos, para que Dios los haga sentir por el efecto de que no han confiado en la bondad divina en vano. Mientras tanto, el Espíritu, al dictarnos esta regla de oración por boca del profeta, nos enseña que la puerta de la gracia divina se abre para nosotros cuando la salvación no se busca ni se espera de ninguna otra parte. Este pasaje nos da otro dulce consuelo, a saber, que si nuestra esperanza no se desvanece en medio de nuestro curso, no tenemos motivos para temer que Dios no pueda continuar su misericordia hacia nosotros, sin interrupción, hasta el final.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad