3. Magnifica a Jehová conmigo. El salmista muestra aún otro fruto que sería el resultado de dar gracias a Dios, a saber, que inducirá a otros con su ejemplo al mismo ejercicio de devoción; más aún, hace un llamado a todos los piadosos para que se unan a él en este ejercicio, invitándolos y exhortándolos de todo corazón y con un consentimiento para exaltar al Señor. Aprendamos, por lo tanto, de los muchos casos en que Dios puede haber ayudado a cualquiera de su pueblo, a abundar en esperanza; y cuando cada uno recite los beneficios personales que ha recibido, que todos se animen unidos y de manera pública para alabar a Dios. Damos gracias públicamente a Dios, no solo para que los hombres sean testigos de nuestra gratitud, sino también para que sigan nuestro ejemplo.

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